28 de diciembre de 2009

¿LUCHA DE CLASES?


Es sabido como la técnica de agitación marxista divide a todos los hombres en dos clases: supuestos oprimidos o explotados y supuestos opresores y explotadores. Y llevada tal consigna a un plano real y diario, de lucha económica y social, el marxismo localiza y destaca para que se despedacen estas dos clases únicas: patronos contra obreros, obreros contra patronos.
Nosotros sabemos, y es uno de los motivos críticos fundamentales en que fundamos nuestra posición antimarxista, que el enemigo social de los obreros no es generalmente el patrono, sino que hay otro linaje de poder económico y político al que debe señalársele como enemigo, y no solo de los obreros, sino de los obreros y los patronos juntamente: el gran capital especulador y financiero.
Por eso, ante la lucha de clases tal como la conciben criminal y erróneamente los marxistas, nosotros presentamos otro cuadro de rivalidades sociales. Si hay luchas de clases, éstas son para nosotros de dos clases:



Capaces contra ineptos.
laboriosos contra vagos.
Generosos contra ramplones.
Animosos contra cobardes.
Patriotas contra descastados.
Y todos los españoles contra los grandes especuladores y prestamistas.
Pues ahí aparecen las soluciones deseables:
Que a los españoles ineptos les sustituyan los españoles capaces.
Que los españoles laboriosos imperen sobre los vagos.
Que los españoles con capacidad de sacrificio y alma limpia preponderen sobre los egoístas y ramplones.
Que los españoles animosos y viriles no permitan el imperio de los más cobardes y encogidos.
Y que los españoles patriotas impongan su ley a los descastados y traidores.

La Patria Libre, número 2. 23 de febrero de 1935
http://elabanderadofalangista.blogspot.com/

8 de diciembre de 2009

DECIA JOSE ANTONIO...


Queremos menos palabrería liberal y más respeto a la libertad profunda del hombre. Porque sólo se respeta la libertad del hombre cuando se le estima, como nosotros le estimamos, portador de valores eternos; cuando se le estima envoltura corporal de un alma que es capaz de salvarse y de condenarse. Sólo cuando al hombre se le considera así, se puede decir que se respeta de veras su libertad, y más todavía si esa libertad se conjuga, como nosotros pretendemos, en un sistema de autoridad, de jerarquía y de orden.

Queremos que todos se sientan miembros de una comunidad seria y completa; es decir, que las funciones que realizar son muchas: unos, con el trabajo manual; otros, con el trabajo del espíritu; algunos, con un magisterio de costumbres y de refinamientos. Pero que en una comunidad tal como la que nosotros apetecemos, sépase desde ahora, no debe haber convidados ni debe haber zánganos.

Queremos que no se canten derechos individuales de los que no pueden cumplirse nunca en casa de los famélicos, sino que se dé a todo hombre, a todo miembro de la comunidad política, por el hecho de serlo, la manera de ganarse con su trabajo una vida humana, justa y digna.

Queremos que el espíritu religioso, clave de los mejores arcos de nuestra Historia, sea respetado y amparado como merece, sin que por eso el Estado se inmiscuya en funciones que no le son propias, ni comparta —como lo hacía tal vez por otros intereses que los de la verdadera religión— funciones que sí le corresponde realizar por sí mismo.

Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque ¿quién ha dicho —al hablar de «todo, menos la violencia»— que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas, cuando se ofende a la justicia o a la Patria.

José Antonio Primo de Rivera