Es conocido que los reyes feudales solían dar protección a los alquimistas, quienes, con la promesa de convertir cualquier metal en oro, se transformaban en gallinas productoras para el monarca... pero de eso nada de nada. Cuando los habitantes del reino se fueron acostumbrando a "morder" las monedas para comprobar su autenticidad [para estar seguros que no era solamente metal corriente bañado en oro o algo dorado sin valor alguno]; comenzó a declinar la economía y el prestigio del rey. ¿Qué comerciante vendería su mercancía a un rey que pagaba con monedas bañadas en oro y cuyo valor era cero? Sólo los súbditos tenían que soportar cargar con esa moneda "birria", sin valor fuera del reinado de dicho Señor Monarca.
- El engaño se hizo más grande
Algunos consideran culpables de esta situación a los templarios, otros a los judíos; e incluso puede ser que ambos resulten causantes, pues ambos poseían la infraestructura y el compromiso entre sus integrantes para mantener la fidelidad al grupo. Lo cierto, que un territorio tan inseguro y en donde las comunicaciones triplicaban su tamaño por su inestabilidad, iba hacer posible el nacimiento del ese papel "peculiar". Era cuestión de dejar depositado el dinero a un precio conveniente y partir con un pagaré convenido que se cobraría en el lugar de destino. Tal vez, una vez llegado al destino se le presentaría una rustica e inexpugnable caja fuerte en la que, por otro módico precio, se le guardaría el oro.
Al ver y comprender la seguridad del sistema, el propietario optaría por dejar el oro en depósito y manejarse con los pagarés-papel, con más razón cuando el recientemente aparecido banco le garantizaba que todo lo emitido por el propietario lo amortizaría esa entidad. Sólo bastaba que el sistema se extendiese y que los comerciantes confiaran en su buen funcionamiento para que naciera el fraude bancario. Mientras los incautos depositaban oro constante y sonante, el banco expedía papel por el doble del valor depositado lo que hacia crecer la masa monetaria en circulación siendo el mayor beneficiario el propio banco, pues podía imprimir todos los papeles-birria que quisiese para comprar todo lo que se quisiera... tierras, palacios, empresas, etc.
- La estafa adquiere dimensiones estatales
En el año 1694, el rey holandés de la casa de Orange, más tarde conocido como Guillermo III de Inglaterra, pidió prestado oro a un grupo de banqueros holandeses dirigidos por William Paterson. El préstamo de 1.200.000 libras de oro, tomaría como contrapartida la devolución de ese importe, más un 6% de interés, así como la autorización para denominarse Banco de Inglaterra, y un extra que incluía la autorización para producir dinero hasta completar la cantidad de 1.200.000 libras que habían prestado. Es decir, que el rey devolvería el oro más un 6%, y al mismo tiempo los banqueros, emitían papel por la misma cantidad que prestaban al pueblo y les producía otro 6%. Por lo tanto obtendrían 2.400.000 más un 12%. Esta doble deuda, del rey y del pueblo (más bien del pueblo, que pagaba con sus impuestos la deuda real y su propia deuda) sería la deuda nacional inglesa inexistente antes de Guillermo III y que en 1948 contabilizaba ya 24.000 millones de libras.
- La estafa se hizo internacional
Guillermo siguió tomando prestado hasta 16 mil millones de libras-oro mientras el banco emitía por la misma cantidad prestada, y el billete circulaba avalado por el rey como si fuera oro. De la misma manera circuló en sus colonias con la expansión del imperio y más tarde en el resto de países, pues el banco opta por entregar papel al gobierno como si realmente fuera el metal.
Ya no hay oro en circulación, sólo papel-birria que no tiene respaldo del metal debido a ese factor multiplicador que produce el interés. Si uno presta un kilo de oro y pide el 6%, lo razonable es que nos devuelvan el kilo de metal más un 6% de metal.
- La estafa se hizo gigantesca
Al comienzo, el banco sólo emitía billetes hasta cubrir el oro que le dejaban en depósito, conservando una cantidad para atender imprevistos por reembolsos. Pero dándose cuenta de la preferencia del público por el papel que era mucho mas liviano que el metal, dispone imprimir más billetes dejando tan sólo una reserva del 10%. Semejante negocio no pasó desapercibido al resto de usureros y el número de bancos creció y se multiplicaron como hongos, hasta contabilizar 684 bancos emitiendo sus propios billetes en el período 1694-1830.
Tal vez haya sido en 1844, cuando por encargo del canciller Robert Peel se toma la iniciativa de crear el "Bank Charter Act" y borrar de un plumazo al resto de competidores para imprimir billetes, lo que da la exclusividad al grupo privado del Banco de Inglaterra. Lo que vino a continuación fue peor: los 600 ex-bancos se reunieron formando el grupo Joint Stock Banks para la emisión de cheques (falso billete), pensados y destinados para la circulación de grandes cantidades... lo que excluye a los pobres y deja que semejante herramienta sea utilizada entre los pudientes. Lo bueno es que ya no necesita la confianza o aval real que garantiza la emisión; son los propios depositantes que gracias a la confusión crean dinero a partir de nada.
El truco bancario es muy simple. Teniendo en cuenta ese 10% que el banco guarda como reserva para atender imprevistos, si alguien deposita 1 millón, ellos prestan 9 millones. Si no se devuelve el préstamo, se quedan con lo concreto (la garantía que deja el que contracta la deuda: una vivienda, una fabrica, etc... tasadas al 80% del valor), y si devuelve los 9 millones más los interés: de 1 millón fijo y 9 millones virtuales, hemos creado una fortuna. Esos 9 millones que no existían sino en los asientos contables que registraban como activo, en realidad no son más que un pasivo o deuda para el pobre que se le ocurrió pedir el crédito. Esto es una máxima para el sistema: «el papel billete-birria se convertirse en algo tangible».
El billete en si mismo no se come ni te protege del viento y la lluvia... ¿entonces para qué sirve? Para facilitar el comercio. Pero perversamente, y por estar su emisión en manos privadas aumentando los préstamos, sirve para gobernar el mundo. Ellos crean los períodos de expansión llenando el país de dinero, luego programan la recesión retirándolo a través de sus sucursales y los pobres endeudados dejan sus bienes concretos en sus manos. No digamos ya del poder político cada vez mas sometido a los medios de comunicación; se crean grandes entramados mediáticos que venden la imagen de sus patrocinadores como la mejor opción posible. Para que nada se les escape, también manejan la de su opositor; salga quien salga, siempre ganan. Pobre del político que no se les someta; pasa a ser cadáver.
A partir de esta situación, podemos dirigirnos hacia dos puntos: o explicar desde una economía normal cuyos ciudadanos crean una masa de ahorro que se convertirá en inversión, lo que daría lugar a una economía local y sostenible, o una economía donde de la nada se convierte en billetes que proporcionan grandes créditos a grandes empresas que en su intento de devolución se ven obligadas a producir enormes cantidades, sin importar que el mismo sea absorbido por la sociedad con tal de cumplir con las exigencias de sus acreedores.
Pero dejando atrás, o para otro texto, lo que representa el crédito en una economía local (Y=C+A) o en una economía adulterada, nos dirigiremos hacia el baluarte del capitalismo para desvelar sus intrigas.
- De Inglaterra nos trasladamos a EEUU
Ya tenemos al imperio trabajando endeudado por los usureros. Ahora, se mira de reojo al próximo candidato que tiene todas las condiciones para ser una gran potencia. Pasan unos años hasta que la reina le firma a E. Rostchild la carta llamada Declaración de Balfour (1917), donde Inglaterra se compromete a crear un estado judío en Palestina.
Si alguien trata de buscar quién compone este grupito de bancos tan afortunados, pues dará con la banca Rostchild, o el banco de Hamburgo y como nota, debemos destacar que el primer billete de 500 creado por Israel, se imprimía con el rostro de un Rostchild. Pero si quiere un dato histórico de cómo actuaban estos conspiradores, entienda que los años anteriores al fabuloso regalo entregado por el Congreso estadounidense a un grupito privilegiado [de banqueros], fueron muchos los bancos que tuvieron que cerrar por falta de liquidez... Alguien hacía correr el rumor que tal banco no tenía liquidez o era insolvente, y cuando la gente acudía en masa a retirar su dinero hacían que tal rumor se convirtiera en realidad.
Hay datos suficientes para entender lo que realmente pasó entre 1880 - 1911. Las crisis bancarias en Estados Unidos fueron generalizadas (gracias a Morgan y compañía) mostrando a la ciudadanía la necesidad de que la Reserva Federal estadounidense fuera privatizada; algo de lo que se arrepentiría más tarde el presidente norteamericano por haber dejado todo el poder económico en manos de un grupito de usureros.
Para entender más, el congresista Louis T. Mc Fadden (durante 12 años presidente del Comité de Bancos y Circulación Monetaria) pidió una investigación al Congreso sobre la actividad criminal de la Reserva Federal y bancos de la Reserva Federal, sugiriendo sus implicaciones en el crack de 1929. Consta en los registros del congreso, página 1295 y 1296, de la Cámara del 10 de Junio de 1932: «Sr. Presidente, tenemos en este país una de las instituciones más corruptas que el mundo ha conocido...»
Pero volvamos al asunto interrumpido: lo prometido a Inglaterra y a los dirigentes norteamericanos de la época, en definitiva sus discípulos o secuaces; lo cierto es que los usureros causaron la depresión de 1929 para convencer a los políticos de la rigidez que supone que el dólar tenga un respaldo en plata u oro tal y como establecían su constitución y las normas internacionales al respecto (1 dólar es una medida farmacéutica de 371gramos de plata, equivalente a 24,7 en oro, equivalente al dólar español de Miller, el Deker holandés, etc.).
- Franklin Delano Rooselvet
Considerando que la escasez del oro y la plata limitaba la producción de billetes, en 1932 Franklin Delano Roosevelt decreta desligar el oro del dólar en el mercado interno, dejando esa relación para el mercado exterior (no le quedaba más opción por tratarse de una medida internacional). Imagínese usted que hasta esta fecha fatídica guardaba su dinero en un banco y de la noche a la mañana descubre que no tiene respaldo; usted puede irse con todo lo que tiene depositado hacia algún país que aún emita con respaldo de oro y hacer el cambio a la moneda de ese país; luego volver y hacer el cambio en oro dejando al país paralizado con unas divisas extranjeras, y que por estrictas normas este ultimo país exija a EE.UU la entrega de su aval en oro.
Tendremos que esperar los años 1960, en que J. F. Kennedy promueva el Acta 11110 (aún vigente) para intentar devolver el dólar a su origen constitucional por el cual sólo el Estado tiene derecho a imprimirlo, y el mismo debería tener una equivalencia en plata u oro.
- John Fitzegrald Kennedy
John F. Kennedy lo había visto claro y le resultaba increíble que unos empresarios privados imprimiesen el dólar que luego vendían al Estado con interés (por letras del tesoro) ¿Quién avalaba ese dólar? Pero sobre todo era ese interés cobrado el que generaba la deuda nacional estadounidense, tal como ocurriera en la Inglaterra de Guillermo. Kennedy de acuerdo con su Secretario del Tesoro, resolvió emitir dólares en relación a la reserva de oro y plata existentes, y así salieron unos billetes (4.292.893.815 de 1 y 2 dólares, pues los de 10 y 20 dólares jamás llegaron a salir) con numero de serie en rojo (los de la Reserva Federal son en verde) acompañados por la frase United States of... « pagará al portador » (mientras que en los de la Reserva Federal dice: «R.F, moneda de curso legal»).
Kennedy sabía que sus dólares avalados por plata y oro e impresos por el congreso terminarían por desplazar, por simple lógica, a los de Reserva Federal, pues nadie es tan tonto que prefiera cheques [o dinero] sin fondos; y más cuando James J. Saxon, interventor de circulación del presidente estadounidense, animaba a darle poder a bancos que no fuesen de la Reserva Federal para que los mismos pudiesen suscribir obligaciones estatales y así conseguir debilitar a la poderosa Reserva Federal, que al cobrar interés no hacían más que aumentar la deuda estatal estadounidense.
Ya saben el resto, meses más tarde Kennedy es asesinado y el 99% de los billetes se retiran del mercado... el papel [birria-adefesio] sin aval imperará hasta nuestros días. (La Comisión Warren incluyó en su panel a John J. MacCloy, hombre sin experiencia criminal, pero ex - presidente del Chase Manhatan Bank y socio de la firma legal asociada a Rockefeller Milbank, Tweed, Hadley & McCloy, situada en el edificio central de JP Morgan Chase, que ha sido la asesoría legal privada de la familia -y del Chase- desde los días del padre de John D. David Jr.
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