9 de junio de 2008

EL FENOMENO DE LA USURA


Por: Gustavo Urdiales

Para iniciar el desarrollo de este tema será conveniente recordar que dinero es todo elemento que se utiliza y es aceptado, normalmente, como medio de pago. En esta definición se pueden incluir tanto las monedas metálicas, los billetes, como letras de cambio, pagarés, cheques, acciones al portador, transferencias bancarias, etc.
Como explicáramos en un artículo anterior, las necesidades comerciales implicaron la creación de nuevos instrumentos mercantiles, siendo uno de ellos la moneda fiduciaria. El termino fiduciario deriva del término latino, “fides”, es decir confianza. También se la suele conocer a este tipo de moneda como representativa o convertible.
Visto que una de las especies de la moneda podían ser los certificados que los banqueros emitían sobre los depósitos de los ahorristas, y en la medida que la firma del banquero era considerada debidamente solvente, estos certificados comenzaron a circular y ser libremente aceptados cumpliendo con uno de los requisitos que debía tener cualquier elemento que funcionara como medio de pago. En beneficio de esta práctica, se encontraba la versatilidad que significaba la transmisibilidad de tales papeles y la seguridad de no tener que movilizar las monedas de oro y plata, difíciles de portar en grandes cantidades en razón de su volumen. El incremento del intercambio comercial al que hicimos referencia en el título anterior, dio impulso a este tipo de medio de intercambio, haciéndolo de aceptación generalizada. En la medida que los emisores de dichos títulos, gozaran de confianza comercial, no era demasiado frecuente que quienes detentaran tales certificados, pasaran por el banco a solicitar que los mismos fueran redimidos, por el banquero depositante. Muy por el contrario, en general, se prefería que dicho trámite lo efectuara otro, normalmente alguno de los proveedores del comerciante en cuestión al que se le entregaba tal certificado. No difiere el mecanismo descrito con la suerte que corren los cheques emitidos al portador en los sistemas bancarios actuales.
Durante cierto periodo, estos banqueros privados, se limitaron a emitir billetes representativos de la moneda metálica, depositada en sus cajas fuertes, en la medida estricta en que recibían tales depósitos de manos de su clientela. No pasó mucho tiempo, para que los pioneros de la banca moderna, se dieran cuenta de un fenómeno que permitiría, un cambio que se convertiría en revolucionario.
De la observación sistemática de sus registros contables, constataron que, difícilmente del total de los depósitos recibidos, los tenedores de los títulos representativos, retiraran en forma conjunta un porcentaje mayor al diez por ciento de las monedas de oro o plata dejadas a su resguardo. Lo que para nosotros parece en principio, otro de esos tediosos datos estadísticos, con los que nos suele abrumar la modernidad, fue para los aprendices de banqueros, la base de un negocio colosal.
Para explicar tal negocio, tratemos de pensar como estos banqueros. Tenemos en depósito cien monedas de oro, por las que se han emitido cien títulos representativos de dichas monedas. En promedio nunca se sacan más que diez monedas de oro. Es decir, algunos retiran parte de esas monedas, otros, depositan y reciben a cambio dichos certificados, así, sin solución de continuidad. Es decir que la mayor parte de los depósitos duermen tranquilamente en manos de los depositarios. Así planteado el asunto, era una tentación irresistible, emitir títulos sobre las noventa monedas restantes, de modo tal que, teniendo el banquero en sus arcas, cien monedas y procediendo a emitir títulos por novecientos, se logra cubrir la suma que normalmente se les reclama. En otras palabras, tiene cien monedas guardadas y mil títulos emitidos contra tales monedas. Se logra así mantener la proporción mínima establecida del 10 por ciento de respaldo.
Ahora cabe preguntarse que hicieron con esos títulos emitidos sin respaldo, que no corresponden a ningún depósito real. Muy sencillo, los prestaron a interés. La nueva operatoria solo suponía algún riesgo, si todos los tenedores de certificados se presentaban en forma conjunta a retirar el dinero metálico. La experiencia indicaba, que eso solo acontecía si se producían circunstancias especiales como guerras, catástrofes naturales, o alguna conmoción interna. En la medida que tales hechos pudieran preverse, los banqueros se cubrían en salud, reclamando a los tomadores de sus préstamos las sumas adeudadas que tenían que ser devueltas en metálico.
A los efectos de dejar en claro como se cierra el circuito, los tomadores de los préstamos efectuados por el banquero los cancelaban, en metálico, los titulares de los certificados procedían a retirar las monedas inicialmente depositadas. Los otros tenedores de los certificados emitidos sin respaldo, podían efectivizarlos en metálico, sin sobresaltos, ya que el banquero había cobrado los préstamos realizados contra tales títulos.
De acuerdo con los manuales de economía, cerrado este circuito, todo volvía como era al principio. Pero esta afirmación es falaz, ya que el banquero llenó sus bolsillos cobrando un suculento interés por los préstamos otorgados.
Cabe preguntarse que acontecía, si el banquero no lograba cerrar el circuito. Una pronta bancarrota y quizás el linchamiento de aquel, terminarían la historia.
Desde ya, que la operatoria descripta, chocó en un principio con un serio obstáculo. Me refiero a la prohibición existente, en esos entonces, al préstamo a interés. Pero esto es ya otra historia ….

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