28 de junio de 2008

IGLESIA Y POLITICA

Posiblemente lo que voy a manifestar se preste a polémicas, pero las cosas deben decirse. Desgraciadamente, a veces por demasiado celo otras por no diferenciar a ciencia cierta los dos ámbitos, incurrimos en una confusión que nos cuesta mucho abandonar.
Esa confusión consiste en no diferenciar entre la política de la Iglesia con la política para el bien común natural, sea la política de la Nación en si o la ejecutada para la toma del poder. No ver lo diverso y lo complementario en este cuadro complejo
Ello, en épocas de progresismo como las que vivimos nos ha traído una serie de inconvenientes y enfrentamientos que solo han producido acidez en los corazones, perdidas de tiempo, redobladas confusiones y nulos resultados.
La Iglesia dejo de predicar el Reinado Social de Cristo, eso es indudable, hoy predica la Opción Preferencial por los Pobres. No vamos a detenernos aquí a analizar las consecuencias de esto. Pero digamos al pasar que no por ello el mundo se ha convertido o la gente cree mas o es mas observante, sino lo contrario y que no por ello el soberano reinado de la pobreza a caído sino que esta mas vivo y sólido que nunca. Lo vemos día a día.
Esto ha tenido como consecuencia, el hecho de que allí y para lo nuestro, no encontraremos políticamente hablando, colaboración alguna, ayuda o asentimiento de ninguna forma(salvo casos aislados) sino actitudes de desdén o abierta hostilidad. Para gran parte del clero y los laicos de la Iglesia hoy la única forma de gobierno valida es la democracia pluripartidista. Quien no siga esto “sea anatema”. Es lo que se baja desde los documentos de la Jerarquía
Si bien ello es desalentador, no deja por otro lado de recordarnos algo que parece olvidado y que en ultima instancia facilita en cierta forma nuestra tarea
Debemos decir en principio, que no es lo mismo la política de la Iglesia y la política en si para la Nación sea esta llevada adelante desde el poder o desde el llano para acceder al mismo. Desde lo agonal o desde lo arquitectónico Debemos por ello distinguir entre la política de los católicos cuando hacen la política de la Iglesia, de la que hacen cuando luchan por el poder político o lo ejercen, luego de conquistarlo.
La primera se realiza desde dentro del ámbito de la Iglesia y con su colaboración, sea la que llevan adelante los laicos como la que realiza la Jerarquía y el clero, para el gobierno de la misma o para el apostolado, para el bien común sobrenatural.
La segunda, es independiente de la Iglesia, aunque siempre subordinada a la moral católica, al decálogo, y se realiza en orden a la sociedad política a la que pertenecemos y a la obtención del bien común natural. Hay para ello un necesario ámbito de libertad en esta forma de hacer política. No estamos en eso subordinados a lo que diga la Jerarquía. Ni debemos estar pendientes de lo que ella sostenga para asentir obsecuentemente aunque no tenga razón, ni para hacerle frente y denunciarla, en actitudes que han ya demostrado sobradamente su inutilidad. En política y para la política reivindicamos la libertad, siempre dentro de la compatibilidad de la misma con los principios católicos.
Los que están en la lucha por el poder se abstendrán de hacer política con la Iglesia, no usarla para ello, por consiguiente se puede decir que deben hacer lo mismo una vez que llegan a ejercerlo
Igual es lo que esperamos de la Iglesia con referencia al Estado o a la lucha política realizada para conquistarlo . Pues resulta tan peligroso que se pueda manipular las verdades eternas de la fe como es del todo irracional que la Iglesia, basándose en la superioridad de los intereses espirituales, trate de influir en decisiones y opciones que, salvados los principios de fe y moral, solo corresponden al ámbito de libertad de los laicos.
Es una aplicación practica de aquella verdad evangélica, con la que Cristo en una sola frase nos predicara algo que es de sentido común: “Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.

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