Redacción MD Bilbao 23 Julio, 2008
Reproducimos, por su interés la entrevista realizada por la revista Generación XXI al economista español.
Generación XXI.- ¿En qué punto se encuentra tu investigación sobre las relaciones entre economía y globalización?
Manuel Funes Robert.- Nadie ha planteado todavía la contradicción fundamental del liberalismo, ahí va dirigida mi obra. Hemos visto que toda la OPEP en bloque y, por tanto, toda la demanda de petróleo concentrada en una sola mano, carece de poder para poner el precio a nivel universal, porque, en realidad, son los mercados financieros los que determinan la relación Euro-Dólar, los que tienen el poder para determinar el precio del petróleo, y los que toman la decisión para cualquier otra mercancía que pase de una frontera a otra.
¿Esto qué significa para un liberal? Que al llevar la libertad de movimiento de capitales como parte de su ideal y al contar con la ley de la oferta y la demanda como el mecanismo social mejor posible, porque es lo que lleva al precio justo, esa ley queda desnaturalizada en el orden internacional, precisamente por ser llevada a un terreno equivocado: el terreno de las monedas. Si no ven la diferencia esencial que existe entre las monedas y las mercancías, se equivocan.
Esa generalización impropia de que el dinero es una cosa más, es una desgracia intelectual para el liberal, de igual manera que para el marxista fue una desgracia intelectual decir que el trabajo era una cosa más; tanto el dinero como el trabajo son cuestiones radicalmente diferentes al resto.
Mucho se ha hablado de las contradicciones del capitalismo. El marxismo, con todas sus profecías, es la contradicción del capitalismo, que supo resolver el problema de la producción, pero no resolvió el problema de la distribución; y ese pecado original del capitalismo acabará con la ruina del propio capitalismo: ésta es la profecía marxista.
GXXI.- ¿Cuál es tu concepto del dinero?
M.F.R.-El dinero ha sido una cosa valiosa que funcionaba por ser fácilmente fraccionable, movilizable y estimado, por eso al principio se utilizó el patrón oro. Pero el salto de gigante que dio la humanidad fue pasar del metal al papel; lo que supuso que el dinero se convirtiese de cosa en nombre y de dato en variable. Así que el dinero es un nombre en papel que vale por la firma que tiene y por la aceptabilidad de la que goza. Antes, la gente no aceptaba que una cosa que valiera para todo no tuviera valor intrínseco.
Sin embargo, la esencia del dinero es que hoy, y para siempre jamás, nace de la nada, sirve para todo y no cuesta nada, sólo una simple orden. Los príncipes se pasaban la vida buscando la piedra filosofal que, finalmente, resultó ser una imprenta. Y ese fue un hallazgo positivo, porque ha quebrado la teoría económica que se funda en el hecho de que los medios de producción son escasos. Pues bien, ahora el capital no tiene más límite, nominalmente hablando, que la voluntad política. Con la independencia de los bancos y la libertad de movimientos de capitales, se ha privatizado la creación del más público de todos los bienes: el dinero.
GXXI.- Y, ¿cómo el dinero se ha convertido en un objeto de comercio para una minoría, creando, de hecho, un anti-mercado?
M.F.R.- El cambio de la naturaleza del dinero se produjo en torno a los años 30. Fue entonces cuando el dinero, como acabo de indicar, se convirtió en un nombre. Pero ahora te pregunto: ¿cuánto vale un billete de mil pesetas en España? No puedes responder porque en España no es objeto de comercio. En París, sí tiene sentido esta pregunta, porque me cambias las pesetas por francos. El dinero que ha pasado de cosa a nombre, puede ser nombre cuando traspasa las fronteras. El mercado de las monedas es un mercado de objetos de comercio, porque se buscan y se venden alterando el precio. El paso de cosa y dato a nombre invariable. El dinero, a tener dos naturalezas, se manifiesta de una u otra forma según dónde se encuentre. Por eso la peseta pasa de ser un nombre en España a ser una cosa en otro país.
La inmensa mayoría de los españoles, como consumidores, desean que el dinero sea abundante y barato; pero los que lo ven como objeto de comercio, la mayoría poderosa, quiere que sea escaso, caro y, sobre todo, que sea móvil. La movilidad es muy importante para ellos porque así pueden aprovecharse de la bajada y la subida de los precios. La especulación entra aquí, y llamamos especulación a toda actividad lucrativa que no tenga repercusión positiva en el mundo de los bienes reales, que es de lo que depende la felicidad material humana.
¿Qué crisis monetaria hay en el mundo que no se solucione pidiendo dinero al Fondo Monetario? Se ha metido en la cabeza de la gente que la única fuente de dinero son los mercados financieros y el FMI; el dinero válido es el que viene de fuera, no el propio. De esta manera, cada país se hace esclavo de los mercados exteriores. Para que mi dinero valga, hay que sacarlo de casa, la inversión válida es la extranjera.
La cultura de que el dinero válido sólo es el que viene de fuera es una memez; entre otras cosas porque el dinero que viene de fuera también tiene patria y también está hecho por una máquina.
En Europa el problema parece que se resuelve con la unificación de moneda al poder llevar los euros de un país a otro. Pero el problema que parece que se resuelve en Europa se agrava en realidad, porque ya la ley de la oferta y la demanda no va a determinar el nivel de precios de un país respecto a otro, sino de un área respecto a otra. El mundo se parte en dos si no hay más que dos monedas. Basar la libertad del mundo de capitales actual sobre la división de esas dos monedas proporciona a los mercados la posibilidad de fijar los precios de medio mundo respecto a otro, y este poder es ilícito por su enormidad y sus consecuencias y, sin embargo, es consecuencia natural del ideario liberal.
Ya quisieran los liberales haber caído en tantas contradicciones como dicen que cayó el marxismo; al revés, ahora el marxismo científico resurge: la evolución de la sociedad humana está gobernada por dos fuerzas: el progreso y la evolución de los medios de producción y la privatización de los medios de producción que es la causa de la división de la sociedad en dos clases: el telar de mano, sociedad feudal; el telar de juncos, sociedad capitalista; pero el telar de mano era propiedad de quien lo manejaba; no el telar mecánico.
Pero ¿qué decía Marx del dinero?: que todas las mercancías equivalían a oro. Nunca imaginó que el oro pudiera ser sustituido por papel, porque entonces el dinero de las naciones se vendría abajo. Por eso deseaba estatizar los medios de producción, al ser el dinero uno de ellos y, además, el motor económico.
Ya tenemos la evolución como uno de los factores base del pensamiento marxista; la segunda es la explotación masiva de la privatización de ese medio, y ese medio se privatiza mediante la independencia de los bancos centrales y la libertad de movimiento de los capitales. Acabo de resucitar el esquema marxista fundamental. Hay una clase interesada en privatizar y en gozar de la privacidad de ese dinero libre; privatizado en su origen y privatizado en sus movimientos.
Y esto qué significa, que estoy con el movimiento marxista originario considerando el dinero como medio de producción.
GXXI.- Y, ¿cuáles serían las clases resultantes, actualizando a Marx?
M.F.R.- En primer lugar, la clase dominante, la que tiene poder y que es aquella para la cual el dinero es un objeto: financieros, políticos que ceden y economistas a su servicio. Y la segunda clase, sería la resultante de la anterior y estaría formada por el obrero y el empresario, ambos juntos como víctimas. Por lo que la globalización no es más que la manifestación moderna de la nueva lucha de clases; el mundo va por ahí.
Ante esto, es necesaria una doctrina de ataque, una doctrina que justifique que el dinero no lo haga el poder público, sino el privado.
Así, la izquierda puede tener un objetivo en cuyo origen se encuentran los principios del marximo científico, si se considera hermana de la clase formada por la derecha empresarial. Los empresarios, a su vez, deben saber que el liberalismo que dice protegerlos les ahoga con la financiación, y sólo les ofrece como arma la flexibilidad laboral y magnificar la sensibilidad laboral que sirve para mantener vieja la lucha de clases típica y enfrentar al obrero con el empresario para que no se entere que están formando una sola clase.
Lo que yo sé es en qué dirección me debo mover: más dinero mientras no haya pleno empleo de personas y de equipos, y no más dinero cuando llegue al pleno empleo. El pleno empleo es un límite borroso, grueso pero suficientemente orientador.
GXXI.- Y respecto a todo esto, has realizado también una crítica complementaria sobre la llamada “tercera vía”.
M.F.R.- A toda vía que le falte el keynesismo o el “funesismo” -que, desgraciadamente, es necesario aunque no me lo reconozcan-, no es válida.
Hacen falta estos complementos indispensables para pasar al ataque y realizar una inversión propia, no extranjera.
Ahora se está viendo que cae el euro respecto al dólar. Aunque el Banco Central de Europa tiene unas cuantas virtudes muy grandes, a España, por ejemplo, le ha salvado de la usura para siempre. Habrá perdido la soberanía, pero qué importa si el soberano era memo. Nadie hay en Europa que pueda cometer tantas canalladas como las realizadas por los que dirigían la economía. Nos hemos librado de una caterva de incapaces, gracias al Banco. Lo primero y fundamental es que se bajen los costes de financiación, porque el dinero es la fuente de energía, el motor de la economía. ¿A quién se le ocurre encarecerlo para que la economía funcione mejor?
Entonces, la tercera vía mientras no asuma el keynesismo se quedará quieta cuando se produzca la inflación. Combatir la inflación con la congelación salarial es impedir el remedio natural contra el empobrecimiento que necesariamente provendría del hecho de subir los precios y no las rentas.
Si la tercera vía no sabe enfrentarse con el déficit, la inflación y la congelación salarial, y si usted no admite que el dinero es un medio de comercio y no un objeto de comercio, y que la creación de la masa monetaria y el control de los movimientos de capitales debe volver a los Estados; los problemas no tendrán solución.
Entrevista Javier Esteban
Reproducimos, por su interés la entrevista realizada por la revista Generación XXI al economista español.
Generación XXI.- ¿En qué punto se encuentra tu investigación sobre las relaciones entre economía y globalización?
Manuel Funes Robert.- Nadie ha planteado todavía la contradicción fundamental del liberalismo, ahí va dirigida mi obra. Hemos visto que toda la OPEP en bloque y, por tanto, toda la demanda de petróleo concentrada en una sola mano, carece de poder para poner el precio a nivel universal, porque, en realidad, son los mercados financieros los que determinan la relación Euro-Dólar, los que tienen el poder para determinar el precio del petróleo, y los que toman la decisión para cualquier otra mercancía que pase de una frontera a otra.
¿Esto qué significa para un liberal? Que al llevar la libertad de movimiento de capitales como parte de su ideal y al contar con la ley de la oferta y la demanda como el mecanismo social mejor posible, porque es lo que lleva al precio justo, esa ley queda desnaturalizada en el orden internacional, precisamente por ser llevada a un terreno equivocado: el terreno de las monedas. Si no ven la diferencia esencial que existe entre las monedas y las mercancías, se equivocan.
Esa generalización impropia de que el dinero es una cosa más, es una desgracia intelectual para el liberal, de igual manera que para el marxista fue una desgracia intelectual decir que el trabajo era una cosa más; tanto el dinero como el trabajo son cuestiones radicalmente diferentes al resto.
Mucho se ha hablado de las contradicciones del capitalismo. El marxismo, con todas sus profecías, es la contradicción del capitalismo, que supo resolver el problema de la producción, pero no resolvió el problema de la distribución; y ese pecado original del capitalismo acabará con la ruina del propio capitalismo: ésta es la profecía marxista.
GXXI.- ¿Cuál es tu concepto del dinero?
M.F.R.-El dinero ha sido una cosa valiosa que funcionaba por ser fácilmente fraccionable, movilizable y estimado, por eso al principio se utilizó el patrón oro. Pero el salto de gigante que dio la humanidad fue pasar del metal al papel; lo que supuso que el dinero se convirtiese de cosa en nombre y de dato en variable. Así que el dinero es un nombre en papel que vale por la firma que tiene y por la aceptabilidad de la que goza. Antes, la gente no aceptaba que una cosa que valiera para todo no tuviera valor intrínseco.
Sin embargo, la esencia del dinero es que hoy, y para siempre jamás, nace de la nada, sirve para todo y no cuesta nada, sólo una simple orden. Los príncipes se pasaban la vida buscando la piedra filosofal que, finalmente, resultó ser una imprenta. Y ese fue un hallazgo positivo, porque ha quebrado la teoría económica que se funda en el hecho de que los medios de producción son escasos. Pues bien, ahora el capital no tiene más límite, nominalmente hablando, que la voluntad política. Con la independencia de los bancos y la libertad de movimientos de capitales, se ha privatizado la creación del más público de todos los bienes: el dinero.
GXXI.- Y, ¿cómo el dinero se ha convertido en un objeto de comercio para una minoría, creando, de hecho, un anti-mercado?
M.F.R.- El cambio de la naturaleza del dinero se produjo en torno a los años 30. Fue entonces cuando el dinero, como acabo de indicar, se convirtió en un nombre. Pero ahora te pregunto: ¿cuánto vale un billete de mil pesetas en España? No puedes responder porque en España no es objeto de comercio. En París, sí tiene sentido esta pregunta, porque me cambias las pesetas por francos. El dinero que ha pasado de cosa a nombre, puede ser nombre cuando traspasa las fronteras. El mercado de las monedas es un mercado de objetos de comercio, porque se buscan y se venden alterando el precio. El paso de cosa y dato a nombre invariable. El dinero, a tener dos naturalezas, se manifiesta de una u otra forma según dónde se encuentre. Por eso la peseta pasa de ser un nombre en España a ser una cosa en otro país.
La inmensa mayoría de los españoles, como consumidores, desean que el dinero sea abundante y barato; pero los que lo ven como objeto de comercio, la mayoría poderosa, quiere que sea escaso, caro y, sobre todo, que sea móvil. La movilidad es muy importante para ellos porque así pueden aprovecharse de la bajada y la subida de los precios. La especulación entra aquí, y llamamos especulación a toda actividad lucrativa que no tenga repercusión positiva en el mundo de los bienes reales, que es de lo que depende la felicidad material humana.
¿Qué crisis monetaria hay en el mundo que no se solucione pidiendo dinero al Fondo Monetario? Se ha metido en la cabeza de la gente que la única fuente de dinero son los mercados financieros y el FMI; el dinero válido es el que viene de fuera, no el propio. De esta manera, cada país se hace esclavo de los mercados exteriores. Para que mi dinero valga, hay que sacarlo de casa, la inversión válida es la extranjera.
La cultura de que el dinero válido sólo es el que viene de fuera es una memez; entre otras cosas porque el dinero que viene de fuera también tiene patria y también está hecho por una máquina.
En Europa el problema parece que se resuelve con la unificación de moneda al poder llevar los euros de un país a otro. Pero el problema que parece que se resuelve en Europa se agrava en realidad, porque ya la ley de la oferta y la demanda no va a determinar el nivel de precios de un país respecto a otro, sino de un área respecto a otra. El mundo se parte en dos si no hay más que dos monedas. Basar la libertad del mundo de capitales actual sobre la división de esas dos monedas proporciona a los mercados la posibilidad de fijar los precios de medio mundo respecto a otro, y este poder es ilícito por su enormidad y sus consecuencias y, sin embargo, es consecuencia natural del ideario liberal.
Ya quisieran los liberales haber caído en tantas contradicciones como dicen que cayó el marxismo; al revés, ahora el marxismo científico resurge: la evolución de la sociedad humana está gobernada por dos fuerzas: el progreso y la evolución de los medios de producción y la privatización de los medios de producción que es la causa de la división de la sociedad en dos clases: el telar de mano, sociedad feudal; el telar de juncos, sociedad capitalista; pero el telar de mano era propiedad de quien lo manejaba; no el telar mecánico.
Pero ¿qué decía Marx del dinero?: que todas las mercancías equivalían a oro. Nunca imaginó que el oro pudiera ser sustituido por papel, porque entonces el dinero de las naciones se vendría abajo. Por eso deseaba estatizar los medios de producción, al ser el dinero uno de ellos y, además, el motor económico.
Ya tenemos la evolución como uno de los factores base del pensamiento marxista; la segunda es la explotación masiva de la privatización de ese medio, y ese medio se privatiza mediante la independencia de los bancos centrales y la libertad de movimiento de los capitales. Acabo de resucitar el esquema marxista fundamental. Hay una clase interesada en privatizar y en gozar de la privacidad de ese dinero libre; privatizado en su origen y privatizado en sus movimientos.
Y esto qué significa, que estoy con el movimiento marxista originario considerando el dinero como medio de producción.
GXXI.- Y, ¿cuáles serían las clases resultantes, actualizando a Marx?
M.F.R.- En primer lugar, la clase dominante, la que tiene poder y que es aquella para la cual el dinero es un objeto: financieros, políticos que ceden y economistas a su servicio. Y la segunda clase, sería la resultante de la anterior y estaría formada por el obrero y el empresario, ambos juntos como víctimas. Por lo que la globalización no es más que la manifestación moderna de la nueva lucha de clases; el mundo va por ahí.
Ante esto, es necesaria una doctrina de ataque, una doctrina que justifique que el dinero no lo haga el poder público, sino el privado.
Así, la izquierda puede tener un objetivo en cuyo origen se encuentran los principios del marximo científico, si se considera hermana de la clase formada por la derecha empresarial. Los empresarios, a su vez, deben saber que el liberalismo que dice protegerlos les ahoga con la financiación, y sólo les ofrece como arma la flexibilidad laboral y magnificar la sensibilidad laboral que sirve para mantener vieja la lucha de clases típica y enfrentar al obrero con el empresario para que no se entere que están formando una sola clase.
Lo que yo sé es en qué dirección me debo mover: más dinero mientras no haya pleno empleo de personas y de equipos, y no más dinero cuando llegue al pleno empleo. El pleno empleo es un límite borroso, grueso pero suficientemente orientador.
GXXI.- Y respecto a todo esto, has realizado también una crítica complementaria sobre la llamada “tercera vía”.
M.F.R.- A toda vía que le falte el keynesismo o el “funesismo” -que, desgraciadamente, es necesario aunque no me lo reconozcan-, no es válida.
Hacen falta estos complementos indispensables para pasar al ataque y realizar una inversión propia, no extranjera.
Ahora se está viendo que cae el euro respecto al dólar. Aunque el Banco Central de Europa tiene unas cuantas virtudes muy grandes, a España, por ejemplo, le ha salvado de la usura para siempre. Habrá perdido la soberanía, pero qué importa si el soberano era memo. Nadie hay en Europa que pueda cometer tantas canalladas como las realizadas por los que dirigían la economía. Nos hemos librado de una caterva de incapaces, gracias al Banco. Lo primero y fundamental es que se bajen los costes de financiación, porque el dinero es la fuente de energía, el motor de la economía. ¿A quién se le ocurre encarecerlo para que la economía funcione mejor?
Entonces, la tercera vía mientras no asuma el keynesismo se quedará quieta cuando se produzca la inflación. Combatir la inflación con la congelación salarial es impedir el remedio natural contra el empobrecimiento que necesariamente provendría del hecho de subir los precios y no las rentas.
Si la tercera vía no sabe enfrentarse con el déficit, la inflación y la congelación salarial, y si usted no admite que el dinero es un medio de comercio y no un objeto de comercio, y que la creación de la masa monetaria y el control de los movimientos de capitales debe volver a los Estados; los problemas no tendrán solución.
Entrevista Javier Esteban
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